Estamos finalizando la Cuaresma, un tiempo de reflexión acerca de nuestras actitudes que nos impiden ser mejor persona, un tiempo de cambio y de vivencia del perdón. En definitiva, un camino que nos prepara para la celebración de la Pascua.

La palabra Pascua significa paso. Originalmente los judíos llamaban Pascua al paso hacia la tierra prometida desde Egipto (donde vivían esclavizados). Los cristianos llamamos Pascua a la resurrección de Jesús, a su paso de la muerte a la vida junto al Padre. En la Semana Santa, especialmente consideramos tres días que tienen para nosotros una importancia radical. Llamamos Triduo Pascual a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Podemos preguntarnos, ¿por qué la pasión y la muerte de Jesucristo? A pesar de sus palabras, obras y milagros, los hombres de su tiempo, no le creyeron. El pueblo judío esperaba un mesías, es decir un enviado por Dios para liberarlos de sus pecados y en el mejor de los casos, de la dominación Romana. Jesucristo resultó muy incómodo para los “sabios y entendidos” de su época; y un rey muy “débil” para quienes esperaban una liberación poderosa y violenta de los Romanos. Su mensaje no fue entendido.

En el capítulo 3 del Evangelio de San Juan, Jesús se entrevista con uno de los fariseos más conocidos llamado Nicodemo, magistrado judío; de manera contundente le explica qué es el Reino de Dios que ha venido a enseñar por mandato de su Padre: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre (indicando su muerte, alzado en la cruz e introducido de nuevo en la gloria del Padre), para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna”. Juan 3, 14-16.

El sentido y la dimensión de las conmemoraciones cristianas de estos tres días adquieren su auténtico valor en la celebración de la Resurrección, pues como señala el apóstol Pablo: “…sin ella vana sería nuestra fe, inútil nuestra esperanza”. Por esto es que la vida del creyente gira en torno a este eje, como los primeros tiempos de la comunidad cristiana.

Es por esta razón, que los cristianos celebramos con regocijo durante 50 días esta fiesta, hasta el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo, se hace plenamente presente a sus apóstoles derramando sus dones.

¡Felices Pascuas! Que la esperanza renazca en cada uno de nosotros. Jesús vive y nos invita a participar en nuestra comunidad educativa de La Salle Cancún, viviendo los valores de la paz, la justicia y la libertad de los hijos de Dios. Son las profundas raíces de la convivencia cristiana.

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